No polarizar: ¿una estrategia para acallar?

#Reflexión

Tomado de Instagram @juan_espinalr

Desde hace varios días sentía la necesidad de escribir sobre el leit motiv de varios movimientos políticos en Colombia. Considero importante reflexionar a propósito del uso del término «polarizar», dado con demasiada frecuencia sale a la luz cuando dos líderes políticos opuestos, el señor Alvaro Uribe y el señor Gustavo Petro se pronuncian. La prensa nacional, que no se destaca particularmente por su calidad analítica, los pone como si estuvieran ubicados en extremos opuestos del espectro político, queriendo en muchos casos reforzar la idea de que frente a esta confrontación es importante mostrarse «neutral«. En esta entrada, quiero analizar brevemente en qué consiste cada postura, con el fin de mostrar que tal neutralidad ha sido de hecho, manipulada por el uribismo con fines de encubrimiento, y que en realidad, parece más obedecer más a una estrategia para acallar a críticos y opositores, y de paso, dar fuerza a ideas liberales de derecha.

En primer lugar, examinaré brevemente si tal polarización tiene existencia real. De acuerdo con Santiago Silva, del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de EAFIT, «se puede entender la polarización política como la divergencia de actitudes políticas entre dos extremos ideológicos. Implica que la divergencia es marcada y se mantiene, de manera relativa, estable en el tiempo; y que las diferencias entre las dos visiones del mundo son sustancialmente opuestas, casi irreconciliables» [1]. Y eso es lo que se ha tratado de mostrar en Colombia: discursos aparentemente opuestos, en donde uno es el malo y el otro es el bueno, diferenciación peligrosa que implica el uso de valores pero sobre todo de sentimientos [viscerales] más que de planteamientos lógicos. Sin embargo, de forma general, para los colombianos esa confrontación se aleja de su vida cotidiana y no responde de forma clara a sus necesidades inmediatas o diarias. Considero importante sustentar esta afirmación con datos y estudios en campo. Y precisamente, un estudio del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes a partir del Barómetro de las Américas «demuestra que la mayoría de colombianos se ubican en el centro.» El centro en este caso… es desde mi punto de vista, más una cierta indiferencia que una consideración real de neutralidad frente a las ideas de los dos líderes que los medios colocan con frecuencia en polos opuestos. «A partir de varios indicadores, como el posicionamiento ideológico, la relación con la política o la pertenencia partidista, los investigadores del Observatorio buscaron determinar en qué lugar del espectro político se encuentran los colombianos.» Y al hablar con muchas personas para preguntarles por su postura política, en una escala de 1 [izquierda] a 10 [derecha], la mayoría de personas interrogadas se ubicaron entre 5 y 6. Otro estudio, consultado por EAFIT y realizado con los datos de la Encuesta Mundial de Valores, con una escala similar a la del Barómetro de las Américas, indica que «el 88,3 de los encuestados se autoidentificó en valores desde el 5 hasta el 10. Sin embargo, la dispersión no es alta, y la mayoría de las personas se consideran de “centro-derecha”, de acuerdo con los resultados de esta encuesta.» [2]. Estudios realizados por EAFIT en Antioquia produjeron resultados similares.

Fuente: Revista Semana.

Y no es para nada sorprendente. De acuerdo con el estudio citado por EAFIT, «solo el 6,7 por ciento de los colombianos consideran que la política es muy importante en sus vidas, mientras que el 56,6 por ciento reconoce que no le importa en absoluto». Dato que coincide con la abstención electoral [superior al 50%]. A los colombianos de a pie no les interesa la política. Mi hipótesis, que coincide con la del profesor Silva, es que la pretendida «polarización» tiene una existencia más virtual que real. Se refleja y aprecia mejor en las redes sociales y a través de los medios de comunicación. De hecho, es alimentada por los que se llaman a sí mismos líderes de opinión [y a quienes les conviene la simplicidad de ésta última frente a la complejidad del conocimiento] y sus seguidores, ya sean miembros de su partido, o «influencers» en redes sociales. Es decir, son éstas últimas personas quienes hablan de polarización, y crean las ideas en torno a las cuales gira su concepción de este término. En Colombia, predomina más la desconfianza hacia los partidos, el rechazo al ejercicio político y una cierta aceptación fatalista de la corrupción como una realidad asociada al ejercicio político.

Fuente: Ciencias sociales básicas, 9°

Si los datos de estudios revelan que en la vida cotidiana del colombiano de la calle la polarización es más bien una realidad lejana, ¿Qué es entonces en realidad?

La tesis que planteo en este escrito es básicamente que el discurso creado en torno a la idea de “no polarizar (o en su versión uribista no generar odio)” tiene una doble intención. En un primer momento, busca aparentemente bajar las tensiones en el pretendido enfrentamiento entre dos discursos diferentes y según quienes sostienen está versión, en extremos opuestos, el petrismo y el uribismo. No obstante, y desde mi punto de vista esta premisa está errada, debido en una gran parte a una lectura equivocada de estas dos posturas políticas, lo que termina dando credibilidad a la versión uribista. Al mismo tiempo, algunos de quienes insisten en pertenecer a un centro que «se aleja de estos dos extremos», intentan aprovecharse electoralmente de la confusión creada por el uribismo para su beneficio político, sin tomarse la molestia de aclarar sus posturas frente a los cuestionamientos hechos al uribismo. Sin embargo, esta entrada no analizará este oportunismo, dado que ya muchos escritos lo han hecho.

En un segundo momento, los líderes del Uribismo, han cooptado la idea de ese enfrentamiento, apropiándose del concepto de odio para atacar las acusaciones que la oposición les ha hecho, (y de paso reuniendo a todos sus muy diversos críticos bajo la denominación de petrista, que para ellos es sinónimo de izquierda, comunista, socialista y en últimas guerrillero, la calificación más injuriosa que tienen), y desde esta postura de victimización desautorizar los numerosos cuestionamientos que no solo personas partidarias de Gustavo Petro les han realizado. Lo hacen insistiendo en que son víctimas del odio petrista. Curiosamente, piden “no polarizar” y “no generar odio” (contra ellos) justo cuando se requiere cuestionar, criticar, poner en evidencia o llamar la atención sobre aspectos extraños o claramente corruptos de sus acciones.

¿Cómo se produjo esta apropiación discursiva? De manera paulatina y lenta, con base en los mismos pasos seguidos para convertirse en un discurso de odio (para saber más ver mi entrada de blog “El Uribismo es un discurso de odio”[3]). Comenzaron por simplificar los debates públicos reduciendo por ejemplo la discusión social, política, histórica y económica sobre el Acuerdo de Paz a una confrontación de valores basados en una concepción vengativa de la justicia (es necesario vencer y castigar a las guerrillas; negociar con ellas equivale a entregarles el país y entonces no se hace justicia), recurriendo a imponer la idea totalmente falsa de estar ganando la guerra [4]. Y lograron establecer esta idea valiéndose de los sentimientos de rencor y rechazo hacia ese grupo armado. Recordemos que su visión del conflicto es también una simplificación y una re-escritura que niega y borra las raíces socio-económico-políticas del mismo, reduciendo su complejidad a una pelea de dos bandos: los buenos (el ejército colombiano y sus admiradores) y los malos (las guerrillas y todos sus “simpatizantes”, que para el Uribismo incluye básicamente a todo aquel que no odie a las guerrillas tanto como ellos). Luego, lanzaron una ofensiva mediática a través de las redes sociales en donde cuentan con seguidores (algunos incluso pagos con dinero del erario [5]) dedicados muchas horas a crear tendencias y difundir sus ideas; los grandes medios se prestan igualmente como vitrina para este espectáculo, con una gran cantidad de periodistas que tratan los temas con la misma superficialidad que los reciben, y que incluso bajo el manto de la objetividad [otra forma engañosa de neutralidad] evidencian una clara toma de partido. El Uribismo en muchas ocasiones asocia valores a sus planteamientos, tales como la libertad, la vida, la justicia y el orden, en versiones distorsionadas que producen incoherencias (tal es el caso del planteamiento de la señora María del Rosario Guerra y la autorización del padre para abortar, especialmente en caso de violación]. En otras ocasiones emplean la moralidad [especialmente católica] para confundir y mezclar movimientos, ideas y tendencias que son diferentes o tienen particularidades [como en el caso del reconocimiento de las victimas LGBTI del conflicto armado, que fue tergiversada por la idea de que el acuerdo impondría la educación homosexual en las escuelas…]. Finalmente, se asocian con ideólogos libertarios derecha, dado que sus planteamientos son muy útiles para la protección de sus privilegios [como en el caso de promover políticas a favor de los empresarios y terratenientes con la excusa de que generan empleo]. Ese patrón lo han seguido con todos los planteamientos a los cuales se enfrentan (derechos de la población LGBTI, los campesinos despojados, las mujeres, etc), desviando la atención siempre hacia el discurso del odio, en lugar de aclarar sus posturas.

Tomado de la cuenta de twitter de @jorgemosorio

Esta masa de ideas simplificadas logran penetrar en la mente de muchas personas que pueden identificarse con uno o más de esos sentimientos. Y esto es especialmente cierto en un país en el que se lee muy poco, la población general no tiene un nivel educativo avanzado y se «informa» a través de los medios masivos o de cadenas de Whatts app. Pero, ¿De qué se defiende el uribismo cuando indica que los odian? ¿Quienes los odian? Con la misma falta de claridad, distorsión e imprecisión ya mencionadas, se refieren a sus opositores como «izquierdistas», «comunistas», «socialistas», «petristas» o peor, «guerrilleros». Los señalan de querer imponer el modelo de Venezuela/Cuba, de desear empobrecer a la población, de causar desempleo o de quebrar a los empresarios. ¿Qué significa esto? ¿Son realmente esas las ideas que tienen los contradictores del uribismo?

Hay que aclarar primero que el uribismo, acudiendo siempre a su herramienta favorita [la simplificación], reúne en un mismo grupo a todos sus opositores sin importar si son afines o no entre ellos. Para «odiar» al uribismo, es decir, para ser comunista, socialista o guerrillero, basta con cuestionarlo por el menor detalle. No obstante, en realidad los grupos de personas que se les oponen son muy diversos y a menudo con posturas diferentes. Y no necesariamente son seguidores del señor Gustavo Petro. Es difícil caracterizar lo que se llamaría en términos de la doctrina de la polarización, el otro polo. Por ejemplo, si algunos movimientos feministas insisten en defender la Interrupción Voluntaria del Embarazo [aborto], independientemente de que sean afines al señor Petro, al comunismo o al socialismo, el uribismo los tacha automáticamente de comunistas, habida cuenta de la afinidad de éste último con las ideas conservadoras católicas mal llamadas pro-vida [más por ventaja política que por real convicción religiosa]. Otro ejemplo son los movimientos LBGTI, que luchan por el reconocimiento de sus derechos y contra la discriminación; para los uribistas son automáticamente comunistas por oponerse a sus «valores católicos», pero sobre todo porque les proporciona un rédito político enorme en un país con una cultura homofóbica. Son comunistas también los reclamantes de tierras que solicitan la restitución de propiedades despojadas durante las masacres paramilitares [en esencia porque el uribismo, conforme con su reconstrucción de la historia, niega furiosamente la existencia de tales despojos, y se interesa en blanquear las tierras apropiadas por quienes llama ahora «tenedores de buena fe»]. Comunistas también son quienes indagan por ejemplo en los negocios turbios de muchos militantes del Centro Democrático [por ejemplo vínculos con narcotraficantes, grupos paramilitares, patrocinio de despojos, entrega de cargos – diplomáticos – a dedo, falsificación de documentos, y un largo etc], aunque simplemente quieran aclarar esas zonas oscuras de muchos militantes de ese partido. Quienes se preguntan por las razones reales de la pobreza y cuestionan el capitalismo como sistema de producción con muchos fallos [y no se contentan con la respuesta -muy simplificada- de que los pobres son pobres porque no trabajan], son tachados de comunistas/socialistas o son enviados a vivir a Venezuela, sin que NUNCA hayan defendido o tan siquiera mencionado el comunismo como opción.

Lo que llama la atención [para cualquiera que no sea periodista divo o diva de medios masivos e indague un poco más allá], es que ni las mujeres de esos colectivos feministas, ni los LGBTI, ni los líderes reclamantes, ni quienes indagan en los antecedentes de los uribistas, ni los investigadores que cuestionan al capitalismo, son necesariamente seguidores de Gustavo Petro [incluso tienen desacuerdos con él], ni tampoco comparten o incluso están interesados en el ideario comunista. Lo que tienen en común estos colectivos en realidad, es que luchan por derechos colectivos de minorías que de alguna manera, lesionan o atacan los intereses del uribismo como grupo que se alinea ideológicamente con discursos [de odio] sostenidos por la derecha tradicional. Por lo regular, el uribismo acude a una explicación muy simplificada para explicar lo que entienden por comunismo – ser como Venezuela, expropiar, quitarle a los empresarios, etc – dejando por fuera las definiciones formales de ese sistema económico, sus diferencias con el socialismo Y la socialdemocracia, así como cualquier otro aspecto relacionado con la expansión de la base de derechos, las luchas de los colectivos que se oponen a los intereses uribistas o las explicaciones correspondientes a las dudas sobre la transparencia de las acciones de los militantes del uribismo.

Fragmento del libro «Manos en el fuego» de Jaime Jaramillo.

Vista desde esta perspectiva, la doctrina de la polarización ya no resulta tan clara. Lo que se aprecia más, es a un partido político que se defiende esgrimiendo un discurso para acallar a sus críticos y a quien ose poner en cuestión sus intereses. Puede que Gustavo Petro sea el político opositor más visible, y quien se perfila como opción presidencial ante un candidato del uribismo, pero él no detenta la única voz de oposición al uribismo, así como tampoco significa que exigir el esclarecimiento de los asesinatos de líderes sociales [por ejemplo] signifique forzosamente ser partidario de Gustavo Petro o ser comunista [6]. En otras palabras, no se denuncian los despojos de tierras a través de notarios corrompidos, no se exige que pare la masacre de líderes sociales, no se pide el fin de la discriminación contra los LGBTI, no se defienden los derechos de las mujeres ni se exige el cumplimiento de los derechos fundamentales de la población tal y como lo consagra la Constitución de 1991 [salud, educación, paz, vida, etc] por ser comunista o partidario de Gustavo Petro. Puede que estas exigencias coincidan con planteamientos de Petro, lo cual resulta lógico pues es evidente que son fundamentales, y puede que la socialdemocracia contenga muchos de ellas, pero el asunto es bastante más complejo que el simple uso del calificativo de comunista.

En realidad, como conclusión, lo que salta la vista no es la existencia de dos polos opuestos entre los cuales «ser de centro es una alternativa». Lo que resulta claro, es que el uribismo coloca automáticamente en un polo opuesto, no solo a todas aquellas personas que se declaren partidarias del Acuerdo de Paz [7] [que reúne muchas de las posturas frente a las cuales el uribismo ve lesionados sus intereses a saber: La restitución de tierras, la verdad sobre los vínculos con grupos armados, el reconocimiento de derechos de minorías víctimas del conflicto, el reconocimiento mismo del conflicto como algo más que una confrontación entre malos y buenos, etc], sino que además reúne en ese polo imaginario a todos aquellos que, siendo comunistas o no, socialistas o no, denuncian las acciones reprochables del uribismo, sus jugadas sucias, su ideología afín al liberalismo de derecha, a los movimientos antiderechos presentes en otros países [como Brasil, Estados Unidos, Argentina o España] y el favorecimiento de la clase poderosa en Colombia. No hay polarización, hay una manipulación discursiva por parte del uribismo, en la cual participan [sabiendo o sin saberlo], aquellos que defienden la idea de «no polarizar», y tratan de sacar provecho político de eso.

En últimas, no polarizar vendría a ser en términos de este discurso de víctimización del uribismo, no apoyar el acuerdo de paz, esperando vana e inútilmente que se gane una guerra de suma cero que sigue produciendo víctimas fatales y desplazadas; pasar por alto las acciones corrompidas y contrarias a la ética, de los militantes uribistas; no oponerse a megaproyectos que destruyen el medio ambiente, dejan al país sin recursos y enriquecen a las grandes corporaciones extractivistas; no hablar de la desigualdad y sus causas [acumulación de tierras y riqueza en pocas manos]; no develar los mecanismos que producen pobreza y desempleo; no hablar de los fallos evidentes del capitalismo; no apoyar a los reclamantes de tierras y que las tierras despojadas se dejen en manos de quienes las compraron fraudulentamente; no pronunciarse sobre la discriminación contra los LGBTI; no exigir el cumplimiento de los derechos reproductivos de las mujeres; en suma, no polarizar, es acallar las razones que indignan a muchos ciudadanos que no tienen NADA que ver con el comunismo.

Lo que acabo de mencionar, suele agruparse en los idearios de las luchas de la izquierda contemporánea tal y como es entendida por muchas personas. Poco o nada tienen que ver con el comunismo de la manera como lo han ejercido las dictaduras que se proclaman como tal [8], y cualquiera que conozca y haya leído un poco de historia sabría reconocer la diferencia. Pero para el uribismo, la simplificación extrema que implica la frase «no polarizar», incluye no solo descalificar al pretendido «polo de izquierda» que como se vio es muy diverso, sino que además es una estrategia muy útil para acallar críticas incómodas.

Yo por mi parte no pertenezco [para resquemor de los libertarios de derechas] a ningún polo, pues no soy comunista ni defiendo regímenes totalitarios como el cubano. Y mucho menos puedo quedar impasible ante las graves acusaciones hechas al uribismo. Tengo una visión analítica. Y todos en Colombia deberían esforzarse por tener una. Nadie debería ser manipulado a costa de su ingenuidad o ignorancia.

Itzamar Cherbonneau.

  1. https://www.eafit.edu.co/medios/eleafitense/106/Paginas/polarizacion-en-colombia.aspx
  2. https://www.semana.com/nacion/articulo/existe-la-polarizacion-en-colombia/626002
  3. Esta entrada está en preparación, y estará disponible en el blog en próximas semanas.
  4. Varios estudios científicos llegan a esta conclusión, entre ellos el más reciente denominado «Detrás de la guerra en Colombia», de Ariel Ávila.
  5. https://ligacontraelsilencio.com/2020/02/06/en-las-entranas-de-una-bodega-uribista/
  6. Existen debates y diferencias frecuentes entre los seguidores de Gustavo Petro y otras personas que también se oponen al uribismo. Éste último, por su parte, incurre todas las veces en inexactitudes sobre la definición de comunismo, no está interesado en la precisión conceptual o histórica, y en ocasiones sus militantes hacen afirmaciones que pueden ser tomadas incluso como un chiste, debido a su incoherencia [como mencionar la existencia actual de la URSS].
  7. https://lavozdelderecho.com/index.php/opinion/item/2320-el-discurso-de-oposicion-de-alvaro-uribe
  8. Frase tomada textualmente del trino de Andés Felipe Giraldo en Twitter, que expresó claramente la idea que se esconde tras la doctrina de no polarizar. https://twitter.com/andrefelgiraldo/status/1289291467790233600

2 comentarios en “No polarizar: ¿una estrategia para acallar?

  1. John Edward Narvaez Alvarez

    Un análisis acertado de lo que actualmente es llamado aca en el país como polarización.
    Creo igualmente que se han hecho enormes esfuerzos por ir día a día desde diferentes actores sociales y políticos ir incertando el concepto e ir también preparando un nuevo camino hacia las presidenciales del 2022; El llevar a un escenario comparativo entre AUV y Petro colocándoles como extremos tienen un fin, un fin político. Es acá dónde juegan un papel importante los medios hegemonicos tradicionales quienes se van en su gran mayoría por no decir todos en lance en ristre para atacar a Gustavo y su propuesta política como tal, además ayudados por los bodegueros hiena con sus fake news y sus charlatanerías referidas al castrochavismo, socialismo del siglo XXI etcétera; mientras por otro lado presentan al ya tan cuestionable AUV con frases como «el gran colombiano», la víctima de las nuevas Far (como lo pronuncía Uribe), el secuestrado por la corte, en fin…., desconociendo todos al unísono el extenso prontuario delictivo de tan macabro personaje, pero muy concientes de la pérdida de su capital político en el fondo plantean un «Centro», pero es un «centro» que si uno lo analiza y escudriña en sus líderes se da cuenta que no es más que hacer uribismo sin Uribe, es decir avalar otro títere al servicio del Centro Democrático . En mi opinión y obviamente respetando la de los demás, creo que los cambios que necesita el país solo podrán ser reales si convergen en una gran coalición, movimientos sociales, estudiantiles, políticos, sindicales, etc; Obviamente se necesitará de líderes en el campo político que estén dispuestos a fungir como lo que son, ser servidores públicos y que puedan enarbolar las banderas de las reivindicaciones del pueblo Colombiano, de lo contrario podrán llamarse como sea, pero terminarán como siempre sucumbiendo ante la oligarquía y arrodillados como lacayos y serviles a intereses de minorias.

    Saludos, desde Pereira.

    Me gusta

Deja un comentario