¿Los castigos físicos a los niños crean una mejor sociedad? Algunas reflexiones.

La historia de la humanidad se ha escrito mayoritariamente a partir de la violencia. Al menos esto es lo que opinan muchos expertos y una enorme cantidad de personas. Si hay un hecho humano que se haya normalizado, es la violencia contra otros seres humanos, y es una violencia que en un número muy alto de casos puede ser gratuita e innecesaria. Los seres humanos son prácticamente los únicos seres capaces de infringir violencia por el placer de sentirse poderosos, de causar dolor. En muchos otros casos la violencia aparece justificada bajo la cobertura de costumbres o prácticas sociales culturales socialmente construidas, que en algún momento de nuestra historia remota pudieron tener alguna utilidad, pero hoy en día, con la ampliación de la base de derechos, se ha demostrado que produce más efectos perversos que positivos. Una de esas formas de violencia, quizá la más insidiosa y dañina son los castigos físicos a los niños y niñas.

El reconocimiento de los derechos de los menores de edad es relativamente reciente. Durante una buena parte de la historia de la humanidad los niños fueron considerados como adultos en miniatura pero inacabados, incompletos, imperfectos. Aunque tenían un reconocimiento basado en su debilidad física y vulnerabilidad, en realidad la noción de derechos de los niños es un resultado de reflexiones modernas. Y con este reconocimiento se pusieron paulatinamente en cuestión los métodos de crianza, educación, formación y socialización a través de castigos, los cuales desde este punto de vista se consideraban eficaces y necesarios. Es cierto que un castigo, en especial físico, al infligir dolor produce una respuesta inmediata de evitación de la conducta no deseada o a corregir. Este concepto, que podemos denominar de modo aproximativo, condicionamiento por el dolor, y que está ligado a la tendencia natural a evitar, se ha aplicado a numerosas facetas de la vida humana como el adiestramiento de animales, formas primitivas de aplicación de la justicia (ley del talión), e incluso como procedimientos para establecer la veracidad de un testimonio o confesión [a través de la tortura]. Sin embargo los avances en derechos humanos, psicología, psicoanálisis, sociología y otras disciplinas que analizan el comportamiento humano, han establecido que el condicionamiento por el dolor es no sólo ineficaz, sino que tiene efectos contraproducentes. Numerosas investigaciones vincularon el desarrollo de trastornos del comportamiento, enfermedades y desequilibrios emocionales, así como psicopatías y sociopatías, con la práctica de castigar a los niños con el fin de educarlos [1].

Es por eso que prácticas como la ley del talión, las diferentes formas de tortura, la pena de muerte, los tratos crueles y denigrantes se han excluido y prohibido en un gran número de países firmantes de acuerdos internacionales contra esas prácticas, al menos de manera oficial, y otros comportamientos como la violencia doméstica o el acoso laboral son sancionados. No obstante, los castigos físicos como forma de crianza, de la misma manera que otras formas de violencia ejercidas en el ámbito privado de la familia [tales como la violación conyugal, el incesto y el abuso psicológico] se mantienen fuertemente arraigadas, soportadas por la creencia ciega en su eficacia pese a comenzar a ser prohibidas en varios países; se resisten a desaparecer. La frase «a mí mis papás me castigaron de niño y se los agradezco porque ahora soy una persona de bien» se repite como una justificación eterna al uso de correazos, palmadas, golpes con zapatos e incluso golpes en el rostro. A esta le siguen otras sentencias como «ahora que ya no se les puede pegar a los niños, hacen lo que quieren», «cuando se inventaron los derechos de los niños y jóvenes se dio permiso a la vagancia» o la falaciosa y mentirosa afirmación según la cual desde que se exige respeto por los derechos de los niños «la juventud ha perdido el rumbo y están pero que antes» o «han perdido los valores». Algunos llegan incluso a vaticinar que en el momento en que se instaure una prohibición, la sociedad se volverá un caos.

Veamos, en varios países han sido ya prohibidos el castigo físico desde hace por lo menos 30 años, ¿hoy en día son un caos? ¿Y que ha pasado y sigue pasando con esos «exitosas sociedades» en donde se sigue educando a los menores con castigos físicos? [Tengamos en cuenta que los castigos psicológicos se suelen dar de forma simultánea o independiente con respecto a los físicos, pero con la misma intención de educar y con efectos similares]. Para apreciar la eficacia de la prohibición y del cambio de hábitos, emplearé como indicadores las cifras de criminalidad [dado que el argumento de muchos de quienes justifican los castigos es la necesidad de «educar personas de bien» y que al no hacerlo aumenta la delincuencia], los reportes sobre violencia contra menores de edad y finalmente los índices de muertes violentas. A priori, la hipótesis de partida de quienes se oponen a los castigos físicos es que castigando al niño no tendrán un delincuente adulto. ¿Que nos dicen los datos?

En la lista siguiente encontraremos los 10 primeros países que prohibieron los castigos físicos según fecha de entrada en vigencia de la prohibición [2]:

Suecia: desde 1979

Finlandia: desde 1983

Noruega: desde 1987

Austria: desde 1989

Chipre: desde 1994

Dinamarca: desde 1997

Letonia: desde 1998

Croacia: desde 1999

Alemania: desde 2000

Israel: desde 2000

Bulgaria: desde 2000

Turkmenistán: desde 2002

Como puede verse, las prohibiciones del castigo físico contra los niños y niñas son bastante recientes, con Suecia como el primer país que estableció este hecho de forma clara y expresa en sus leyes. Otros países avanzados en sus leyes como Islandia, Nueva Zelanda y Francia, a los que se sumaron Argentina, Kenia, Brasil y el Congo lo han hecho después del año 2005. Y Colombia intenta pasar una ley en el 2021. Si bien muchos de estos países consagraban ya leyes de protección para los niños, no se había hecho una manifestación clara de prohibición de lo que se denominaba en algunos países como España «castigos físicos razonables o moderados» tales como pellizcos, palmadas o golpes con «chacletas». Es decir pegarle a los hijos de cualquier forma es un delito. ¿Cayeron Suecia, Finlandia, Noruega o Austria en el caos y la delincuencia juvenil después de estas prohibiciones? Cierto es que países como Canadá no prohíben los castigos físicos, y no es un país con cifras importantes de violencia. No obstante, hay que tener en cuenta que Canadá no es un país en el que la violencia esté arraigada en los marcos culturales que rigen ese país, como sucede por ejemplo, en Colombia.

De acuerdo con el Índice de paz global, los 10 países más pacíficos del mundo, es decir, aquellos en los que se presenta una menor criminalidad y una menor cantidad de muertes violentas, son los siguientes [3]:

Islandia

Nueva Zelanda

Portugal

Austria

Dinamarca

Canadá

Singapur

República Checa

Japón

Suiza

Países como Finlandia, Suecia, Noruega, y Alemania ocupan otros lugares dentro de los 20 primeros lugares del índice, principalmente debido a razones relacionadas con el terrorismo, el comercio de armas o la violencia contra las mujeres. No obstante, el indicador de percepción de seguridad en la ciudadanía, que es pertinente en esta comparación, es mucho más alto en los países en los que se hizo la prohibición del castigo físico a los niños desde hace más de 20 años. Si bien es cierto que la seguridad en estos países no depende únicamente del hecho de no pegarle a los niños [sino de las oportunidades de estudio, trabajo, protección del Estado, prosperidad económica, etc], está claro que la prohibición de los castigos físicos no los sumió en el caos, como temían y temen los más conservadores.

Con relación a las cifras de maltrato contra niños, de acuerdo con datos de Save de Children, éstas indican que los países con menores cifras son los siguientes [4]:

Noruega, eslovenia

Finlandia

Holanda

Suecia

Portugal

Islandia

Irlanda

Italia

Bélgica, Chipre, Alemania, Korea del Sur.

Una vez más, se puede notar una coincidencia entre algunos de los países en donde se introdujo la prohibición de los castigos, y los niveles de vida de los niños y niñas. Por el contrario, los datos que indican los países en donde más los menores más sufren abusos incluyen a varios países de América Latina [Colombia incluida] y de África [datos que no incluyen las guerras, que constituyen el nivel máximo de sufrimiento, junto a la trata]. En ciencias sociales no pueden establecerse leyes en un sentido estricto, por lo que no existen correspondencias perfectas. Pero las tendencias que indican los datos consultados, parecen demostrar que la prohibición del castigo físico no solo no hunde a las sociedades que la aplican, en una ola de delincuencia juvenil, sino que además puede tener una correlación con la disminución de la violencia interpersonal y cifras más bajas de maltrato infantil. Convengamos en que muchos de esos países tienen rentas altas y que por ello pueden ofrecer igualmente oportunidades de acceso a mejores condiciones para los menores; esto sin embargo no invalida el hecho de que en aquellos países en donde los castigos físicos se prohibieron recientemente o siguen vigentes, son países con datos de criminalidad, muertes violentas y maltrato infantil, absolutamente preocupantes y horrorosos.

Finalmente, es posible considerar los datos suministrados por varios estudios que demuestran que la prohibición de los castigos físicos contribuye a la reducción de la violencia juvenil. La conclusión del estudio adelantado por la Universidad de McGill en Montreal, Canadá, y publicado en el British Medical Journal Open concluye de forma clara que aunque

Cierta lógica apunta a que los lugares en los que no se puede castigar a un niño con un azote tendrán mayores niveles de violencia juvenil que aquellos en los que esa ‘bofetada a tiempo’ es posible. Sin embargo, Las sociedades que tienen estas prohibiciones parecen ser lugares más seguros para el crecimiento de los niños

Frank Elgar, director del estudio de la McGill University de Montreal.

Este estudio, el más reciente y grande que se haya adelantado al respecto, evidencia que los castigos físicos no corrigen comportamientos negativos, sino que los refuerzan e incluso los potencian. Otros estudios, centrados sobre el comportamiento de criminales violentos y asesinos en serie, demuestran igualmente una incidencia elevada de la violencia física en la infancia de estas personas, que se constituye en sus primeros contactos con la violencia [5].

La mentira más arraigada con relación al uso de la violencia física como forma de educación, repite que «una palmada, un golpe, un chancletazo a tiempo» puede evitar malos comportamientos. De hecho, una cantidad impresionante de personas indica con ironía «por una palmada no se trauma nadie». Lo cual es negado enfáticamente por la psicología. No obstante, lo que me interesa señalar, y lo que demuestran casos de asesinatos de niños, es que la «inofensiva» palmada es la puerta de entrada a una violencia que puede incrementarse. La delgada línea que separa una palmada de una patada, o de una paliza, es bastante borrosa y de hecho inexistente para una enorme proporción de padres, que por efecto del alcohol [en la mayoría de casos], pero también porque también los golpearon de niños, no se preocupan por establecer el límite. La escalofriante cifra de 100 menores en promedio, atendidos en Medicina Legal por diversas heridas, es una evidencia que debería bastar, si fuera conocida y entendida en toda su magnitud [6].

Si en Colombia, país conservador, católico y en donde según el partido Colombia Justa Libres, los padres tienen derecho a «educar» sus niños en casa, éstos les pegan para corregirlos, ¿Por qué se tiene la escandalosa cifra de 10.000 muertes violentas por año? ¿Por qué la percepción de inseguridad es tan alta como lo muestra el Índice Global de Paz? ¿Por qué en un país como Chipre que no es tan rico como los otros países que prohibieron los golpes como castigo, no ha caído en el caos? El tamaño no lo explica, pues tanto Honduras como Haití son países pequeños, en donde no se ha prohibido el castigo físico, tienen tasas de muertes violentas sumamente altas. Quizá sea porque efectivamente pegarle a los niños no es útil para educarlos. Solo les enseña que la violencia puede usarse para imponerse sobre otros. Que no se obedece o se hace lo correcto porque se comprendan los valores, las ética y las consecuencias de las malas acciones, sino por miedo al dolor, por temor al castigo. ¿Qué clase de respeto social puede originarse del miedo, del temor, del dolor? Esta pregunta debería ser la que motivara las reflexiones de quienes se oponen a los castigos físicos y no un pueril alegato basado en la privacidad de la familia. Uno de los grandes logros de las luchas sociales recientes ha sido sacar la violencia del ámbito privado para exponerla a la luz. No obstante aceptar que todo lo que se creía antes ciegamente era falso o errado, es algo para lo que muchas personas no están preparadas.

Itzamar Pedreros-Cherbonneau.

Referencias:

  1. El efecto de las nalgadas y correazos en la salud de los niños. David Ariza. https://www.psyciencia.com/el-efecto-de-las-nalgadas-y-correazos-en-la-salud-de-los-ninos/
  2. Estos son los países que prohíben los castigos físicos a los niños por ley. https://www.bebesymas.com/noticias/estos-paises-mundo-que-prohiben-castigos-fisicos-a-ninos-ley
  3. Indice de Paz global. https://www.visionofhumanity.org/maps/#/
  4. Los 10 peores países para ser niño. https://blog.savethechildren.mx/los-10-mejores-paises-para-ser-nino
  5. Asesinos en serie: Un acercamiento al perfilado psicológico. Estudio del primer caso documentado de un psicópata serial en Costa Rica. Sofía Cordero Molina y Daniel Quirós Zúñiga. https://repositorio.uned.ac.cr/reuned/bitstream/handle/120809/1280/Asesinos%20en%20%20serie%20un%20acercamiento%20al%20perfilado%20psicologico.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  6. Instituto nacional de Medicina Legal. Informe Forensis. https://www.medicinalegal.gov.co/cifras-estadisticas/forensis

Deja un comentario